Más de 50 y diez años tiene Joaquín Martínez Sabina. El flaco de Úbeda lleva desde finales de los años setenta rondado por los más oscuros bares del planeta, arrancando las más sonoras ovaciones en sus multitudinarios conciertos e inspirando a una legión de aspirantes a poetas, cantantes y vividores de medio pelo, entre los que me cuento.
Sabina sacó disco nuevo (Vinagre y Rosas) en noviembre y me quiero atrever a decir que es uno de sus trabajos más completos. Ya sé que todos se me van a tirar encima diciendo: ¡Alaaa! ¡Burro! ¿Cómo vas a comparar esta bazofia con «Mentiras Piadosas» o «Yo, mi, me contigo? Ni siquiera se acerca al sentimiento dark de «19 días y 500 noches» ni a esos temas rocanroleros de «El hombre del traje gris» y «Hotel, dulce hotel».
Pues sí, lo comparo. Y lo comparo porque tengo motivos para ello.
Por partes. «Vinagre y Rosas» es un discazo. Desde el arranque con «Tiramisú de limón» y «La viudita de Clicquot», el disco grita ser escuchado. Esas dos canciones son, sin duda, los dos hits. Pero son dos hits concienzudos, llenos del mejor Sabina, con esas frases que parecería que se te podrían ocurrir a tí, pero que ¡NO! … se le ocurren a él y sólo a él.
Luego es cierto que hay temas que no me mueven un pelo. Me parecen repetitivos, simplones y como que de relleno (hablo solamente de «Violetas para Violeta» y «El blues del Alambique»), pero no puedo ocultar que incluso esos temas tienen alguna que otra rima de esas que dices: «madre mía, este tio es un genio».
Pero hablando de la chicha (y de la limoná), con los dos temas ya mencionados, más «Virgen de la Amargura», «Crisis», «Parte Meteorológico», «Embustera» y «Menos dos Alas», este disco número 14 no tiene nada que envidiarle a los otros 13, ni a su Inventario ni a su mandrágora ni su enemigo intimo ni a sus dos pájaros de un tiro. Es más, me atrevo a decir que si tengo que elegir un CD de Mr. Sabina para escuchar el resto de mis días me debatiría entre el concierto (disco doble) de «Sabina y Cia: Nos sobran los motivos» y este recién sacadito del horno.
Quepa toda esta explayación para confirmar que hoy, 4 años después de que saliera al mercado «Alivio de luto», vuelvo a respirar aire puro gracias a esas letras, esas ideas e historias que sólo Sabina sabe contar con un aire mitad refinado y mitad callejero. No quiero decir que sea un poeta urbano, pues Arjona se autodenominó así y, desde entonces, odio dicho termino, pero si lo puedo describir como un iluminado de lo mundano. Un tipo que para describir cualquier situación cotidiana está dispuesto a sacar pluma y papel y escriber dos quintetos y dos sextetos que te dejen con la boca abierta.
«Mi manera de compromenterme fue darme a la fuga», «Que sepas que el final no empieza hoy», «Pero esta noche estrena libertad un preso, desde que no eres mi juez. Tu vudú ya pincha en hueso, tu saque se enredó en red», «Y la gorda soñado que le aborda el crucero un fiero somalí. A ritmo de cangrejo avanza el porvenir», «Gracias a ti he sabido que la verdad es solo un cabo suelto de la mentira», «la muerte es solo la suerte con una letra cambiada», «Solo dire que te quiero si es a punta de navaja», son algunas de las joyitas líricas que nos regala Joaco en su nuevo disco.
Por favor, disfrútalo.
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