
Quería dejar pasar algo de tiempo antes de escribir un post sobre España y la Euro2008. De sobra está ahora el que llegue yo a congratularme por la victoria de la selección ibérica (eso ya lo habéis hecho vosotros con inumberables llamadas y SMS…a todos, ¡Gracias!), pero si me gustaría dejar, tras la resaca de éxito, mis conclusiones sobre los jugadores, el juego, el entrenador y el torneo en general.
Por partes, como dijo Jack el Destripador:
El juego
Jamás, en la historia de España, ha habido un equipo que jugara tan bien al fútbol como la selección de Luis en esta Euro 2008. Dejamos atrás tiempos oscuros en los que el peso del juego recaía sobre los hombros de gente como Bakero, Nadal, Iván Campo, Hierro o Amor (¿qué muchos de estos jugadores eran centrales? ¡Ja, preguntadle a Clemente!). Atrás quedan también los años en los que la selección era un grupo de jugadores meritorios que se limitaban a tener un par de buenos partidos en una temporada (Por mucho que admire a Camacho y su testiculina, hacer internacionales a Alkiza, Javi Moreno, Dani García Lara, De Pedro, Romero, Munitis y un largo etcetera dan para pensar…).
Esta selección era un equipo hecho con sentido, cuerdo con el balón y generoso sin él; serio a la hora de recuperar e imaginativo a la de atacar y, además, retocado con pinceladas de super estrellas como nunca antes habían concurrido en una misma selección. Ganar una Euro es mucho más facil si, en un uno contra uno, el delantero rival se enfrenta a Casillas en vez de a Cañizares, Molina, Zubizarreta o… no sé… Julen Lopetegui. También es más fácil ganar un torneo continental con delanteros fuera de serie, que tengan velocidad, buen disparo de corta y larga distancia, regate, colocación dentro del área, desmarque e inteligencia. Es decir, Villa y Torres, que además tienen hambre de títulos y experiencia en partidos grandes. No es lo mismo que llegar a una Euro (la del 2000) colgados de lo que pueda ocurrir arriba juntando a Kiko, Munitis y Alfonso; por no hablar de la del 96, en las que gente como Manjarín, Amavisca o Julio Salinas hacían las «delicias» de los aficionados españoles.
Con todo esto, no pretendo faltar a nadie. Vaya por delante que soy un gran defensor del producto nacional, que he disfrutado como un niño (claro, era un niño) con las jugadas de Kiko, Vieri y Juninho en el Atleti, por no hablar de las triangulaciones entre Penev, Kiko, Caminero y Pantic en el 96; que Amavisca fue uno de mis jugadores favoritos durante su estancia en el Real Madrid por su desparpajo con el balón y por su rara habilidad para el desborde a pesar de contar con un cuerpo sin mucho garbo; que celebré la llegada de Munitis a Concha Espina y me emocioné con algunas de sus jugadas por la izquierda, sobre todo por su pase a Raúl en un gol que marcó el capitán madridista contra el Anderletch; que por Alfonso llevo mil pulseras en mi muñeca derecha y que, de haber sido secretario técnico del Real Madrid en la temporada 96-97, el getafense jamás hubiera marcado 25 goles con el Betis (los hubiera marcado entrando desde la banda derecha del ataque madridista). Ni que hablar de mi satisfacción con el gol de Hierro ante Dinamarca en 1993, y las mil tardes de gloria con la camiseta blanca; de lo mucho de disfruté con mi paisano Nadal liderando la defensa del Mallorca en sus últimos años de fútbol; o de lo buen portero que siempre me pareció Andoni Zubizarreta (maldita Nigeria).
Pero lo que sí pretendo decir sin tapujos es que, una selección española, del deporte y/o disciplina que sea debe estar integrada por los mejores, y estos 23 jugadores se acercaban mucho a esa lista de los Top 23 jugadores nacidos dentro de nuestras fronteras (o naturalizados como el sambero Senna). A mí me faltaron dos nombres, pero de eso hablaremos más adelante, aunque «al César lo que es del César»: Esta selección de Luis jugó como los ángeles.
Los jugadores
Como he dicho antes: a mí me faltaron dos en la lista. Claro, una vez que la selección ha levantado el trofeo, ¿a quién le interesa lo que pueda pensar? Sin embargo, sigo creyendo con rotundidad que este equipo no era el mejor de los que podría haber utilizado Luis. Muchos (entre ellos mi hermano) argumentan que seguro que la exclusión Raúl y Guti se debió a motivos extradeportivos más que deportivos. Que seguro que estos no hubieran hecho el grupo que los Cazorla, Sergio García o el showman Pepe Reina, y que eso, al final de cuentas, pesa mucho en un torneo corto.
Vale. Compro el argumento, pero dudo que Guti (el nuevo Guti que lleva dos años portando galones, derrochando calidad y esfuerzo a partes iguales, y reduciendo sus rabietas inmaduras al máximo) y, sobre todo, Raúl no fueran capaces de acatar las decisiones de Aragonés o no tragaran con el hecho de convertirse en carne de banquillo aunque fuera, simplemente, por sentirse partícipes del mayor logro del fútbol español en los últimos 44 años. No sé, como digo, tengo mis dudas, y como dudo, me refugio en los números: Guti fue el máximo asistente de la Liga anterior, con 16 pases de gol, jugando como medio centro y no como un cómodo mediapunta sin necesidad de recuperar balones; Raúl, por su parte, sacó las castañas del fuego en muchas ocasiones al equipo (me vienen a la mente el partido ante el Sevilla en el Bernabéu, los dos partidos ante la Roma, etc.) y volvió por sus fueros marcando 18 goles en Liga y siendo el tercer máximo goleador del campeonato (por detrás de Güiza, seleccionado, y Luis Fabiano, carioca). Para mí, estos dos jugadores hubieran aportando aun más a una selección ya de por sí primorosa; pero ¿quién soy yo para decir nada?
El entrenador
Chapeu para Luis Aragonés. Con sus malos modos, con sus rabietas, con su comentarios «racistas», sus críticas al máximo goleador histórico de la selección… con todo eso, ¡Chapeu!
Pero claro, tampoco nos ceguemos. Lo mejor que pudo hacer Luis tras el éxito fue decir: ¡Adios, muy buenas! coger la maleta y firmar un contrato, asegurándose el futuro de su estirpe por los siglos de los siglos, con el Fenerbache turco.
Porque Luis no es ni el mejor técnico ni el más diplómatico ni el más indicado para apagar fuegos en un grupo de «estrellitas» o, al menos, para no encenderlos. Por mucho que me cueste reconocerlo, el presidente de la federación, Ángel María Villar, tiene todo la razón del mundo al señalar que «los jugadores tienen el 95% de la culpa de este título; Luis el 5%». A poco que cualquiera sepa de fútbol, y no se deje guiar por amigos, nacionalismos o intereses monetarios, se veían claramente los jugadores que tenian que formar el esqueleto de esta España campeona de Europa, por lo que no podemos tildar a Luis de gran descubridor, mago ni alquimista.
Aragonés hizo lo más sensato: Casillas de portero, Ramos por un lado, Puyol + 1 (bravo Marchena, dejando atrás todas las dudas que suele crear con su juego en el Valencia), un lateral izquierdo cumplidor, Silva, Iniesta, Xavi en la mediapunta resguardados por un buen escudero (bendita la hora en que Soler la cogió con Albelda, el mimado de Luis desde que agarró las riendas, y que hizo que el Sabio de Hortaleza tuviera que mirar hacia otro lado para encontrar una buena visagra para su juego defensivo-ofensivo) y, arriba, 2 puestos para 3 jugadores y para 2 estilos de juego. Villa, Torres y Cesc. Dos delanteros y un mediapunta para jugar al tiqui-taca o al tiqui-teto (ya sabéis: tu te agachas y yo te la m…)
De nuevo, sigo creyendo que, cualquiera con dos dedos de frente, podría haber montado este equipo, o incluso uno mejor (referirse al apartado de Los Jugadores) y sacarles el jugo que les ha sacado el Sabio.
Por eso, ahora, estoy contento de que la federación con Hierro a la cabeza (alguién que tiene todavía mucho que demostrar como manager de cualquier entidad, pero que ya cuenta con una Euro en su corto currículum administrativo) hayan elegido a Vicente Del Bosque como el sucesor de Aragonés. Un técnico con prestigio intacto, moral y ético hasta la médula (rechazó ofertas para lucirse en radio y televisión, además de pasearse con gastos pagados por Austria y Suiza, durante la Euro para no crear polémica por su más que inminente designación como seleccionador nacional), con un palmarés como jugador, secretario técnico y entrenador inigualable dentro del fútbol nacional, gran manipulador de egos hinchados en vestuarios de solera y, sobre todo, amante de un fútbol que casa perfectamente con los jugadores que hoy día reinan en la selección. Además, Del Bosque es un técnico que sabe ganarse a los jugadores con mucha mano izquierda y que, a recursos tácticos, pocos le ganan. Si no, basta con revisar videos de la Champions 99-00, la cual la ganó el salmantino con una defensa formada por Michel Salgado, Iván Campo, Karanka, Helguera y Roberto Carlos, y una delantera con Raúl, Morientes y Anelka. Si eso no es sacarle el jugo a un equipo plagado de ingertos futbolísticos como Geremi, Baljic u Ognenovic, pues no se yo lo que es. Además, en liga, cabe recordar que la temporada la salvaron ese año jugadores del filial como Meca o el Roly Zarate, típicas flores de un día que Del Bosque supo aprovechar pero con las cual no picó después, al no contar con ellos a largo plazo. Con esas decisiones muchos le criticaron y lo tildaron de loco por desaprovechar «grandes valores» de la cantera; sin embargo, el tiempo le dio la razón y si alguién sabe donde andan estos dos piltrafillas, por favor que me avisen. Dicho todo esto por no mencionar una de las variantes técnicas más brillantes jamás inventada en el fútbol moderno, pero que por conocida y reutilizada, quizás, haya perdido un cierto toque en cuanto a poder de convicción: la reubicación de Zidane en la banda izquierda del mediocampo madridista, con salida hacia el centro, creando un pasillo con recorrido infinito para la bala que solía ser Roberto Carlos. Pellegrini en el Villarreal (con Riquelme y Arruabarrena) y Rijkaard en el Barça (con Ronaldinho y Gio) saben muy bien a quien le deben dar las gracias de sus «grandiosas» ideas de reubicar a los talentosos en la banda para interrumpir la marca del contrario, tapar huecos en defensa y crear una válvula de escape al lateral de largo recorrido.
En fin, que España ganó la Euro 2008, cuenta con una generación de futbolistas que, perfectamente, estarán luchando por consagrarse como los mejores del mundo en 2010 y que, además, va a contar con un entrenador sensato, sensible y, sobre todo, bueno, que sabrá a buen seguro sacar lo mejor de cada jugador de su grupo.
PD: Por cierto, mención especial merece el escudero de lujo de Luis: el gallego brasileño José Armando Ufarte.
El torneo
Antes de firmar quería dar mi opinión, más como aficionado que como prefesional de esto del periodismo, sobre la Euro 2008. Una lista totalmente parcial, bañada de gustos propios y falta de objetividad, y que para nada quiere servir de crítica a las listas que otro/as han hecho públicas con sus propias opiniones y debilidades futbolísticas, aunque ello/as hayan querido venderlas como la verdad más absoluta de todas a la hora de las calificaciones personales en la Euro 2008. Ahí va mi once ideal de la Euro 2008, tres semanas después, ya sin estar bajos los efectos de la euforia y del champán de la celebración:
Portero- Casillas: España
Lateral- Altintop: Turquía
Central- Pepe: Portugal
Central- Marchena: España
Lateral- Zirkhov: Rusia
Mediocentro- Senna: España
Derecha- Snjeider: Holanda
Mediapunta- Ballack: Alemania
Izquierda- Schweinsteiger: Alemania
Delantero: Villa: España
Delantero: Pavlyuchenko: Rusia
MVP del torneo: Snejider
Aunque los Xavi, Silva, Torres e Iniesta deberían estar ahí, creo que también los Podolski, Nihat, Arshavin o Van Nistelrooy tienen cabida entre los más destacados. Sin embargo, sólo hay cupo para 11, y estos son los mios. Debatamos..
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