Detallazo. Javier Bardem ganó el premio al mejor actor de reparto en la ceremonia de los Oscars 2008. Premio merecido. Aunque había grandes candidatos en la categoría (sobre todo Phillip Seymour Hoffman), la caracterización del asesino sicópata Anton Chigurh llevada a cabo por el canario en la película de los hermanos Cohen «No country for old men» fue extraordinaria. Bardem supo llevar la estoicidad del personaje al límite y, como él mismo admitió en la rueda de prensa para medios españoles tras recibir el premio, fue capaz de hacer que el matón diera verdadero miedo y no risa -las diferencias físicas entre el Frankestein de Los Munsters y el de James Whale son mínimas, pero un buen libreto hace que uno sea una criatura abominable y el otro una caricatura de padre de familia con un serio problema de confianza personal.
Precisamente por eso, Bardem supo agradecer a Los Coen, y sobre todo al ingenio de ambos, por gran parte del éxito que él había cosechado al recibir el premio al mejor actor de reparto del año. «Estos premios individuales no significan mucho. Lo importante en una película es el trabajo en general. Siempre es más facil hacer un buen papel, e incluso ganar un premio, cuando formas parte de una buena película. Los Coen son los responsables de crear a Anton y yo, simplemente, me limité a hacerlo lo mejor posible».
Pero ese no fue el momento más emocionante de la noche. Éste llegó cuando Bardem se subió al escenario a recibir su premio y tras los agradecimientos políticos (a la academia, a los productores, al estudio, a la agente, y un largo etc.), se excuso porque iba a empezar a hablar en español y le dedicó el premio, no sólo a su madre, si no a todo el clan Bardem (muchos de ellos, abuelo y bisabuelos de Javier incluidos, actores) y, sobre todo, «a los cómicos de España».
Tan nervioso estaba el bueno de Javier que acabó su discurso con un gesto patriótico y un sin sentido: «Esto es para España… y para todos vosotros». O sea, ¿le dedicó el Oscar a todos los presentes en el Teatro Kodak de Los Angéles? ¡Que generoso! Pero más allá de su lapsus linguae cabe destacar la dedicatoria a los cómicos de España, que tan duro han trabajado toda la vida y tan poco reconocimiento han recibido. Y no me refiero sólo a los Bardem, famosos en el gremio, ni a los Chiquitos de La Calzada de turno, si no a todos esos cómicos que han dedicado su vida (o que aun la dedican) a hacernos reir y a hacer que las penas del día a día de la España moderna hayan sido un poco más llevaderas.
Javier aseguró que la dedicatoria quería servir para pronunciar una palabra casí tabú en España, pues parece que el cómico no hace más que ensuciar una profesión por otro lado demasiado sibarita, mientras que Bardem quiso reivindicar el término a la vez que aprovechaba para dejar claro que ellos (los cómicos) habían hecho muchísimo por «traer la dignidad a este oficio».
Y es que no es normal que, mientras en Estados Unidos Jack Black, Will Ferrell (vamos, y todos los que han pasado por Saturday Night Life) Billy Crystal o John Stewart son, prácticamente, próceres de la patria, en España, gente como el Gran Wyoming hayan tenido que ver sus programas censurados, sacados de pantalla, y se hayan quedado de patitas en la calle.
Diez para Bardem. Cero para los póliticos, politicuchos, españoles.
es un geniooo cada vez actua mejor
besoss